Viéndolo desde el punto de vista práctico, una boda no es más que un conjunto de ceremonias que simbolizan un compromiso que se está haciendo público a los ojos de Dios y los hombres, en la que al final de comparte la alegría de la nueva unión con las personas más allegadas.
Ya pasando al plano sentimental del asunto, es donde nos esforzamos porque cada uno de eso rituales tengan impreso el compromiso permanente que hacemos con Dios de permanecer unidos en el amor.
En los matrimonios a los que he asistido he visto mucho una ceremonia muy hermosa llamada la ceremonia de la luz o de las velas, que consta de tres velas, que simbolizarán la unión de los contrayentes.
Dos velas delgadas y encendidas simbolizarán a los novios, la luz individual existente en cada uno de ellos, sus propósitoss, sus metas, temores, sus sueños y todo lo que hayan podido vivir hasta ahora como personas individuales. La tercera vela, que debe ser encendida por ambos al mismo tiempo, simboliza la unión de los novios a los ojos de Dios; es por esta razón que debe ser más grande y más gruesa, que las dos anteriores.
Navegando en internet, encontré un texto para esta ceremonia que me ha parecido hermoso y quisiera compartirlo con ustedes: